Magnífica villa del siglo XVIII, entre Milán y Como, perfectamente conservada
Magnífica villa del siglo XVIII magníficamente conservada.
En el corazón de Rovellasca, a 30 minutos de Milán y Como, rodeada de una atmósfera de absoluta serenidad, la histórica Villa Della Porta- Giulini-Crivelli se erige como símbolo de elegancia, prestigio y raffinatezza. Este extraordinario edificio, que affonda sus raíces en el siglo XVII, lleva la nobleza de una familia que, a través del conde Giovanni Della Porta, se convirtió en depositaria de una de las residencias más exclusivas de Lombardía. La villa no es sólo una casa, sino un icono de historia, lujo y grandeza. Un patrimonio histórico y arquitectónico sin parangón. Originalmente perteneciente a la familia Della Porta, la villa fue ampliada en la primera década del siglo XVII por Don Antonio Della Porta, convirtiéndose en un auténtico ejemplo de arquitectura barroca. Con el paso a la familia Giulini, la residencia adquirió un mayor raffinishment, pero siempre conservando su esplendor original. El parque centenario y las estructuras rurales, que forman parte del pueblo de Rovellasca, son la prueba tangible del vínculo indisoluble de la villa con su noble pasado, verdadero emblema de la grandeza de Giovanni Della Porta.
A lo largo de los siglos, la villa ha sido objeto de restauraciones y renovaciones, pero cada intervención ha sabido realzar sus características principales, manteniéndola como una de las residencias más codiciadas de la región.
Elegancia sobria y raffinate.
La villa se distingue por su planta rectangular y su perfecta simetría, con dos niveles que albergan la zona señorial. El pórtico central, sostenido por columnas pareadas, y los jardines a la italiana que se extienden por los lados sur y este confieren un aura majestuosa y elegante. El raffinate y armonioso jardín se integra sublimemente en el paisaje circundante, creando un marco intemporal. En el lado noroeste, el núcleo rural con establos y cabañas añade aún más encanto, haciendo de la villa un ejemplo perfecto de noble residencia campestre.
El interior de la villa es un triunfo de elegancia y opulencia. Con no menos de 60 habitaciones, entre señoriales y rústicas, cada espacio está enriquecido con affreschi, estucos y decoraciones de inestimable valor artístico. Las habitaciones, decoradas en estilo rococó y barroco, son testimonio de una gran maestría, con soffiatti affrescati que cuentan historias de magnificencia y encanto. La gran escalera monumental,
la ´stanza de´ puttini´, y los affreschi d´autore son detalles que transmiten la sensación de estar en una obra de arte viva.
En la planta superior, el salón, destinado a los eventos más importantes, se funde con los dormitorios y una capilla privada dedicada a la Inmaculada Concepción, que affascina con su espiritualidad. Aquí, los suelos abovedados y la refinada decoración hablan de la intensidad de una época en la que el arte y la fe se encontraban.
Los jardines son un edén privado.
Verdadero rincón del paraíso, los jardines de la villa son un derroche de belleza y armonía. Entre los lugares más llamativos se encuentra la Limonera, un edificio que simboliza el amor de la familia por la naturaleza y el cuidado del paisaje. Los jardines, descritos ya en 1788, son un ejemplo impecable de jardín italiano, con sus avenidas simétricas y la elegancia de las pérgolas de arenisca.
El mobiliario de la villa habla de una época pasada pero nunca olvidada, donde cada objeto cuenta una historia de elegancia y rafficía. Ya en 1763, la villa estaba adornada con muebles finos, telas de alta calidad y objetos de arte que combinaban a la perfección con el lujo de la vida aristocrática. Con el paso de los años, el mobiliario evolucionó del Rococó al Imperio, con mesas, sofás, cuadros y cerámicas embelleciendo todas las habitaciones.
Objetos de arte como chocolateras, jarrones de cítricos y tazas de mayólica se affiancent a una vasta colección de pinturas y esculturas, que formaban una pinacoteca de incalculable valor. A pesar de las pérdidas sufridas con el paso del tiempo, el arte que adornaba la villa sigue siendo un testimonio de la opulencia del pasado.
La Villa Della Porta-Giulini-Crivelli no es sólo una mansión, sino una auténtica declaración de lujo, historia y belleza atemporal. Cada detalle, desde los cuidados jardines hasta los affreschi, desde el mobiliario hasta los espacios monumentales, contribuye a crear una atmósfera que encanta y affascina. Es el lugar ideal para quienes buscan no sólo una residencia exclusiva, sino una verdadera inmersión en la historia, el prestigio y la elegancia. Un lugar donde el pasado se encuentra con el presente, y cada rincón habla de la grandeza de un patrimonio que ha perdurado durante siglos.
La propiedad también incluye un segundo edificio de más de 1.300 metros cuadrados dividido en 10 pisos.
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